miércoles, 26 de enero de 2011

Sporty y el silencio incómodo

Queridos lulilectores...

Hoy, un personaje.

Voy a hablar de Sujeto I, mi compañera de piso. Es una personita un tanto extraña. La conocí hará dos meses, más o menos, cuando el anterior compañero se marchó y tuvimos que "hacer un nuevo fichaje". Es algo mayor que yo (unos 25 años, más o menos) y ha terminado la carrera de Educación Física. Ahora está acudiendo a clases de inglés tres veces por semana para sacarse el nivel B1; si aprueba, hará un máster.

Lo que pasa es que Sujeto I (la llamaré Sporty) casi nunca va a clase. Ella es de Murcia, tiene un hablar muy típico de esa región ("¿Qué hora é?"), y es bastante simpática. Lo que pasa es que apenas sale de su habitación; es como un ermitaño: nunca sale de su claustro. Se suele levantar a las 12 del mediodía, desayuna a las 13.30h, come a las 16.00h, merienda a las 21.30h y cena a las 12.30h de la noche (más o menos). Es decir, lleva un horario bastante irregular. Yo ahora estoy pasando más tiempo en el piso que de costumbre, por lo que coincidimos bastante, pero me siento incómoda con ella.

Nuestra relación aún no se ha solidificado, creo yo. Mi manera de ser es bastante reservada: me gusta mucho el silencio, me gusta la tranquilidad, me gusta la paz. No me importa a veces estar sola, es una cosa que se me da bastante bien (aunque a veces la soledad pesa, como dije en la anterior entrada). Hasta que no tengo confianza con una persona, no despliego todo mi potencial; puedo llegar a ser muy borde y tímida, aunque a segunda vista mejoro bastante (si es que en el fondo soy un solete... =D).

El caso es que ella es parecida a mí. No le nace hablarme más allá de las formalidades (entiéndase por formalidades el "buenos días, buenas noches, ¿qué tal todo?", banalidades semejantes). No me quejo, ojo, no es un reproche ni mucho menos. Entiendo que a ella no le nazca hablarme, porque a mí tampoco me nace hablarle a ella. Vivimos juntas, pero somos dos perfectas desconocidas. Ella en su cuarto, con su ordenador, su Facebook, su Tuenti y sus series puntocom, y yo en la mía, bloggeando o leyendo el libro de turno (especialmente en días en los que no quedo con nadie, o días tristes y lluviosos como el de hoy).

Pero el "problema" (porque problema, lo que se dice problema... tampoco es; no me quita el sueño), el problema viene cuando pasamos más de dos minutos juntas, porque en seguida se crea entre nosotras ese silencio incómodo que tanto me molesta. La situación es algo como:

Me levanto por la mañana, me voy a la cocina a prepararme el desayuno y, de repente, me la encuentro ya allí bebiéndose un zumo para, luego, volver a acostarse. Pero claro, ahí nos ves a las dos, más tontas que tontas.

-Buenos días.

-Buenos días. ¿Qué tal todo?

-Bien, ¿y tú?

-Bien.

Silencio.

Y claro, así siempre. A veces, si estamos ágiles, decimos "buf, qué frío hoy, ¿eh?". "Ya", responde la otra. Y silencio otra vez. Hale, pues.

Las tonterías vienen después, porque últimamente, cada vez que se da ese incómodo silencio, intento escabullirme cuanto antes, y para eso siempre acabo justificándome en todo lo que hago, lo cual es una absurda ridiculez. Ejemplo: estoy comiendo, ella aparece recién levantada (siempre que la veo parece recién levantada: con la bata puesta, las pantuflas, a mitad vestir y el pelo semirrecogido), y me dice con una sonrisa: "Hola, buenos días". "Buenos días", respondo. "¿Qué tal todo?", pregunta. "Bien, aquí, comiendo".

ESO ES UNA OBVIEDAD, LULI. ¿Por qué dices "Bien, aquí, comiendo", si es evidente que estás comiendo? Pues así con todo. "Buenas noches". "Buenas noches, me voy a acostar ya". O_O Claro que me voy a acostar ya, si no, no diría "buenas noches". También digo a menudo: "Mmm, ¡qué hambre! Voy a comer". No sé si lo vais captando.

Es el tipo de conversación de besugos que tanto odio, pero que ahora es mi pan de cada día. Porque, qué queréis que os diga, no me da la gana ponerme a preguntar qué tal le va la vida, si está estudiando mucho, si cómo se llaman sus amigos. Igual como no me apetecería que ella me hiciese a mí esas preguntas y tener yo que ponerme a contestar a todo. Es por eso por lo que mantenemos esa relación distanciada y formal, porque cada una está más a gusto en su propia habitación, con sus propios pensamientos, que las dos juntas, cada una con sus propios pensamientos también.

A todo esto, a mí la muchacha me cae bien, se la ve buena persona y, a veces, sí que hablamos más, pero cuando estamos solas (que no está mi otro compañero) nuestra relación se limita a sonreír tontamente cuando nos cruzamos por el pasillo, como dos vecinos de un bloque que se ven una vez al mes y solo coinciden dos segundos en el ascensor.

Supongo que eso es porque somos dos incompetentes emocionales y, también, porque somos bastante orgullosas: ninguna de las dos dará su brazo a torcer para cambiar esa situación. No sé, qué se le va a hacer, a mí de momento no me molesta; ya veremos cómo se desarrolla el asunto.

Besazzos,

*Luli*

P.D.: Por cierto, estoy algo espesa en esta entrada.

3 comentarios:

  1. ¡Hola! Ya he visto que te has hecho un nuevo blog, le echaré un vistazo :P Pero aun me tengo que poner al dia jeje.

    Bueno, respecto a lo que dices de tu compañera.. solo decirte que es importante sentirte a gusto con las personas que compartes piso, e intentar que no se hagan esos silencios incomodos.. porque es que son muy incomodos! xD Supongo que poco a poco os ireis soltando un poquico!

    Ey! y que pasa con el tono de los de murcia? xD del pueblo que soy yo.. nos dicen que tenemos muchas cosas de alli.. jajaja

    Un beso!

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  2. ¡Me encanta el hablar de Murcia! De hecho, cuando estamos a veces comiendo juntos los tres compañeros, es un tema que comentamos a menudo: las diferencias entre su castellano y el nuestro.

    Yo supongo que con el tiempo aprenderemos a convivir debidamente; ya digo que es muy buena chavala y simpática, solo que algo cerradita.

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  3. Y besazzos, claro!!! =)

    Me alegro de tenerte de nuevo conmigo ;)

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